martes, 9 de diciembre de 2008

Antecedentes



Haciendo un brevísimo bosquejo del desarrollo de la avicultura hasta nuestros tiempos, tendríamos que remontarnos a los egipcios como el primer pueblo que, ya en épocas faraónicas, prestó una cierta atención a las gallinas y a los patos como fuentes de alimentación, incluso incubando artificialmente sus huevos en lugares semi -subterráneos mediante el calor producido por el estiércol de camello. Las ocas, concretamente, eran consideradas por los egipcios de unos 1.500 años a. de J.C. como un manjar de clases privilegiadas.., aunque también víctimas de sacrificios a los dioses.
Griegos y romanos, posteriormente, fueron quienes dieron un cierto impulso a la cría de gallinas, gansos y otras especies, tratando de ellas Aristóteles, Catón, Varrón, Columela, etc. Fué sin duda éste último, gaditano de nacimiento, quien, en su “De re rústica” y concretamente en uno de los 12 tomos que la componían, escribe un verdadero tratado de avicultura, con descripción inctuso de ciertas técnicas de crianza que, a nivel campesino, se estuvieron utilizando hasta casi el pasado siglo.
Más tarde y aún dentro del oscurantismo medieval, otro español, el musulmán sevillano Abu Zacharia, en su “Libro de la Agricultura” dedica una amplia extensión a la explotación de las aves domésticas, haciendo gala de una cultura avícola muy superior a la que se tenía a la sazón -siglo XII-en la Europa central.
Ya en la edad moderna, en 1532 el licenciado Gabriel Alonso de Herrera publica en Toledo un “Tratado de agricultura general” con amplios detalles de interés científico para la explotación de las gallinas. El posterior libro sobre agricultura de Fray Miguel Agustín -1717- no puede igualársele, siendo más de tipo anecdótico o curioso que práctico.
Sin duda alguna, la obra de obligada cita para cualquiera que investigue la historia de la avicultura es la del aragonés Francisco Dieste y Buil -~ 1781? -, tanto porque no se contenta con recoger las enseñanzas de sus antepasados como por añadir muchas observaciones de su propia experiencia. Más tarde -1844- el veterinario Nicolás Casas amplia la obra de Dieste y Buil con su “Tratado de la cría de aves de corral’, ya basado en unos criterios zootécnicos más completos.
Con todo ello, hacia fines del siglo pasado se empezaba a crear una conciencia en muchos países europeos de la importancia de la avicultura como industria, destacando al respecto Gran Bretaña, Francia, Bélgica.

En Francia, concretamente, las primeras incubadoras con calefacción artificial datan de épocas de Reaumur, aunque no cabe duda de que en el proceso de creación y depuración de las modernas razas de gallinas que más adelante han poblado nuestros gallineros ha tenido el mayor mérito Inglaterra, como lo tuvo también en el desarrollo de la moderna ganadería.
En España, la población aviar estimada por Salvador Castelló a fines del siglo pasado no pasaba de los 20 millones de cabezas, excluyendo las palomas, indicándonos el mismo que la primera incubadora artificial se importó en 1877.
El despertar avícola español es, fundamentalmente, obra de Salvador Castelló, con la creación por éste, en Arenys de Mar, de la Escuela de Avicultura y la Granja Paraíso a ella anexa, aquélla teniendo casi inmediatamente el reconocimiento oficial de “Real” y ésta que fué durante muchos años la más importante granja de selección de nuestro país. Era el año 1896, en el que nacería también la primera publicación periódica sobre avicultura en castellano, “La avicultura práctica” y que sería seguida, con el tiempo, por las otras revistas que desde entonces ha ido editando la Real Escuela de Avicultura: “Mundo Avícola”, “Temas avícolas” y, últimamente, “Selecciones Avícolas”.
Si, a nivel español, puede decirse que la avicultura se fué moviendo en el primer tercio de este siglo dentro de las estrecheces propias de la época, el desabastecimiento de materias primas como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y los bruscos golpes de timón con que pretendían orientarla los diferentes Gobiernos que se iban sucediendo, a nivel internacional y científico hay que consignar algunos hechos importantes.
El primero de ellos fué la creación, en 1912, de la Asociación Mundial de Avicultura Científica, que ya en 1921 celebraría en La Haya -Holandasu primer Congreso Mundial, al que luego seguirían los restantes que han tenido lugar hasta nuestros días, primero a intervalos de 3 años y luego de 4. No cabe ninguna duda de que esta Asociación ha contribuido enormemente al desarrollo de la moderna avicultura en todo el mundo.
Los años 20 presenciaron los primeros intentos de crianza a nivel industrial y en gallineros cerrados, gracias al empleo del aceite de hígado de bacalao como fuente de vitaminas A y D. A ello seguirían luego, en los años 30 a 40 el descubrimiento y aplicación comercial de la mayor parte de vitaminas y oligoelementos en los piensos, posibilitándose de esta forma la crianza industrial de los pollitos.
El descubrimiento de la técnica del sexaje de los pollitos, en 1921, posibilitó los primeros intentos por la cría separada de machitos para la producción de carne y la de hembritas, para la puesta, por más que en los primeros tiempos no se trabajara con las razas o estirpes más adecuadas para lo primero. En general, había que llegar hasta los años 50 en Estados Unidos y poco después en Europa y en España -concretamente en ésta en 1959 para que, diferenciándose ya claramente aquellas razas de gallinas aptas para la producción de una gran cantidad de huevos de las que, por su rápido crecimiento, eran idóneas para la producción de carne, se estableciesen las bases de la moderna industria avícola tal como la conocemos en nuestros días.
Entretanto, aunque frecuentemente suelen olvidarse, no podemos dejar de citar el tremendo desarrollo que ha tenido la industria del pavo en Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Israel y otros países, en los cuales esta carne se presenta como una interesante alternativa para la del pollo y dejando de estar circunscrito su consumo sólo al tradicional de Navidad. En cambio, pese a que algun país como Francia, con una tradición gastronómica muy importante, ha conseguido situar las producciones de algunos otros tipos de carnes de aves.

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